En los arcanos mayores aparece también una gran variedad de animales. Y, aunque
el león no tenga el mismo simbolismo que el águila o el cangrejo, en general,
todos aluden a los instintos, a la libido, a la fuerza motriz, al impulso
vital. A las exigencias materiales del cuerpo y a los miedos y ansiedades
del alma. El perro del Loco es el instinto que le avisa y protege. Los caballos
del Carro representan un instinto ya domado y utilizado por el auriga para
actuar. Del león de la Fuerza se puede decir algo parecido: la doncella abre
o cierra sus fauces según convenga moderar o alimentar a la bestia. El pájaro
que trina cual mensajero divino sobre el arbolito de la Estrella, anuncia
a la muchacha la hora y el lugar en el que ha de efectuarse la tarea. El toro,
el león, el águila y el ángel que rodean al laureado personaje de la carta
XXI, además de su inmediata vinculación a los cuatro animales de los Textos
Sagrados, ubican a aquél en el mundo que preside y gobierna. También un águila
adorna el escudo de la Emperatriz y del Emperador, para recordar cuán alto
puede ascender el poder del hombre sobre las cosas terrestres. El cangrejo
y los lobos del arcano XVIII son, junto a la propia Luna, los protagonistas
absolutos de la escena, al no haber rastro humano alguno que no sean las tenebrosas
torres del fondo. Tampoco se hallan rasgos racionales en las extrañas criaturas
que giran en la Rueda de la Fortuna, si bien, van curiosamente vestidas y
alguna lleva incluso espada y corona. Ni en la hembra y el macho humanoides,
con cuernos, alas y garras, que aparecen encadenados al Diablo. Los animales
del Tarot conviven con nosotros mismos, forman parte nuestra y de nuestros
sueños y pesadillas. Anulando o fortificando los poderes del alma y de la
razón, habitan en el mismo mundo. Atendámoslos, oigámoslos, comprendámoslos
y lo haremos con nosotros mismos; no los castremos ni matemos, o nos causaremos
un daño irreparable. Tanto como si nos dejáramos arrastrar por la bestia que
llevamos dentro.
Los árboles y las plantas en general se asocian con la fertilidad, y los primeros,
además, con la sabiduría. Las torres y las murallas de ciertas cartas representan
el mundo material construido por el hombre, que le ubica y protege, pero también
le limita marcando fronteras. Las ruedas y otras figuras circulares tienen carácter
cíclico e invitan al movimiento. El rayo de fuego del arcano XVI y los astros
que luego le siguen son distintas formas de la luz y aluden a la verdad, al
resplandor, al poder que se tiene de brillar e iluminar el mundo exterior e
interior, simbolismo, también, de la linterna del Ermitaño.